miércoles

sentada en su falda le dije

Yo soy aquella por la cual desembocan
en el Támesis los cuerpos inermes.
Soy esa por la cual se extasían los poetas,
aquella que no puede ser referida con palabras
y que se sienta en las rodillas de Rimbaud.
Me deslizo punzante, ¡oh, como un débil río del Somnos!
como el Leteo, haciendo que todos se olviden de lo demás.

Atravieso, profunda, las crines de los caballos sabinos
capaces de embelezarse por un cuerpo femenil.

He penetrado raudas fortalezas.
He perecido la ciudad dardania.
He matado a Weather.
He fumado, hirsuta, a los pies de la cama.


Y sin embargo, a lado de otras
valgo nada.

No envejezco. Mis tetas están firmes
hace cientos de años.

Una sola partícula de amor quizás
me mataría.

mart ezequ calabr