martes

197. Visto en la noche.

Le dijiste hijo de puta al gendarme más hijo de puta de la estación de Temperley, un martes a las 22, mientras esperabas que llegue el tren para volver a tu casa. Se lo dijiste porque no soportas verlos ahí, ¿Qué frontera cuidan en las estaciones de trenes? Odias que ostenten ese poder que tienen colgado, como un par de ojos con licencia para juzgar. Se lo dijiste porque estás harto de que el orden se construya sobre el miedo, de que damas y caballeros se sientan protegidos por un hombre entrenado para matar. Pero sobre todo se lo dijiste porque ya no soportabas ver al otro, al anónimo, esperando con las piernas abiertas, de espaldas, entre espasmos de terror la primer patada en los tobillos.

Cuando se lo dijiste se multiplicaron las miradas de los pasajeros, que ya no pudieron hacer oídos sordos. Hubieran preferido que todo se resolviera como siempre: Un castigo al anónimo, que seguro algo habrá hecho. Pero ahora, frente a esta situación aparecieron diferentes finales posibles. Sin embargo todos tuvieron la misma incertidumbre: ¿Por qué? ¿Por qué tuviste que hablar por ese pobre tipo?
También todos tuvieron la misma certeza: Vos sí, Vos sí hiciste algo.
Así que todos asistieron con interés al espectáculo de la ley cruda impuesta por partida doble, en vivo y en directo. ¡Y sin cortes!
Hubo quien mirándolos pensó.
—-¡Mejor que en la tele!

Conurbano 1

El pibe, que terminó el helado y dejó el vasito sobre el banco, se levantó y se fue. Ahí fue cuando el placero, desde la silla donde estaba sentado, le dijo: "Nene, ¿por qué no tirás el vasito a la basura?" A lo que el pibe respondió: "Dejá, lo tiro yo, a ver si te cansás"

Conurbano 2

Entró agitada a la habitación y me dijo: - Boludo… ¡te regalaron un auto!
Con cara de nada, le dije: - ¡Enfermita, dejame dormir!
Sacudiéndome en la cama, me dice: - ¡Dale, mogólico, te dejaron un auto en la puerta!
Sin mover un pelo le dije: -¡Dejame de joder!
Insistente, se zambulló en la cama y me dijo: - Dale, dale, levantate y fijate, está en la puerta.
Harto, le dije: Mmmm, a ver.
Así que me levanté y fui.
Efectivamente, el auto estaba ahí. Era bastante nuevo, casi cero kilometro, buena marca, alta gama, vidrios oscuros, llantas deportivas. La puerta del conductor estaba abierta. Tenía una cintita roja colgando del espejo, las llaves puestas y en el llavero la foto de una familia que no conozco.

viernes

Al borde



Al borde
              de la noche
nos buscamos
nos des/
dibujamos
del día.
Nos desnudamos.
Nos des/anudamos.
En la mirada penetrante
se pronuncia la piel
Y buscamos al otro
Un rumor
de pieles
estremecidas.
Con el tacto
nos volvemos a encontrar.
Tras la cortina
del cuerpo
implacable.
Relaja el miedo,
la piel encuentra el aire.

Clara Maidana