domingo

F

F., que caminaba como traída de la manos de un marionetista, iba por la calle enredada en sus ovillos; tiraba de una punta y se anudaba un pedacito del medio, tiraba de la otra y un nuevo nudo se hacía en algún costado. Todavía no entendía bien por qué las corbatas se anudaban tan cerca del cuello y no tenían esa gracia que los pañuelos desplegaban a la vista cuando un aire fuerte y tibio hacía su aparación en alguna vereda de alguna ciudad.

Había que pensar. Era una obligación que los archivos desordenados tengan un orden, que se ajusten a los tiempos del paso, que se entrevean ideas concisas. Que se desanuden las corbatas y se conviertan en pañuelos. ¿Había que? F. no elegía, no podía hacerlo. Directamente las cajas se abrían y un maremoto de palabras que no se sabía bien si provenían de un ahora o un después, se iban sacuediendo dentro del ovillo. Bailaban, se arrastraban, corrían. Encontraban en los ojos de F. la satisfacción de quien camina sin números ni direcciones.

De repente cielo. Nube. Cielo cubierto de nubes. Una gota, dos gotas, siete gotas. Un charquito en los pies y otro en las manos. Blancas. El cuerpo blanco. El cuerpo mojado. De repente un llamado. Una voz. Un encuentro. Un ovillo nuevo, entero, enterísimo. Un ovillo abierto, desenredado, estirándose. De repente un cuerpo, que se acerca. Con la mejilla mojada en la mejilla tibia. Con el pelo humedo en el pelo chorreando. Con un silencio en la garganta y un nudo también en la garganta. Alguien dice. Alguien pregunta. Alguien sonríe. F. calla. Y como llevaba por las manos de un marionetista, se une al paso lento del cuerpo que avanza.

Un ovillo, dos nudos, tres ideas. Quienientas preguntas y una sola respuesta. No.

miércoles

I

Nadie como el puede reconocer
las significaciones del gesto
en si mismas hermosas y, a la vez, deleznables.
Como un interprete de oscuras profecías
demuestra que la gloria no resguarda
la imagen de los hombres, tan indignos
del tiempo y la memoria.
Con un solo argumento, quizas intraducible,
enciende el comienzo y el fin con una lampara.
Luego, percibe su condena y afirma:
Para tener razon tienes la eternidad.


II

Indocil, como tanteando algun enigma,
dice breves palabras que en ciegas claridades
adensan su camino.
Y su inutil rumor que acentua la vida
se acomoda al silencio
(la unica apariencia verdadera).
No hay nadie para medir la tierra en su abandono.
Sin embargo, esa voz tan natural,
colmada de secretos,
cubre a otro ser que sueña, acaso.


III

Es la señal, aunque perdida,
de que un pajaro en el aire
sube, vacila, avanza.
Las existencias son pocas:
desaparecen en la curva del tiempo
o se transforman en locura.
Por eso, el siempre habla asi,
callando, a las estrellas.

martes

.






Escribir un cuento. Sentarte en el patio y escribir un cuento.

Es de noche, hay una luz tenue y una mujer. Una mujer que tiene los tobillos pequeños y está descalza. Una mujer que lee un libro, que lee un cuento. Un cuento que habla sobre otra mujer; languida y triste.

Una mujer, dos, tres.

Sentarte en el patio y escribir un cuento. Un cuerpo.






lunes

poema dosel





no pueden ser tan dulces tus aguas
que en ellas me hunda de lengua al cielo
y lo son
primer prisma
cárcel eterea
de tus besos

miércoles

poema de la remera



Mientras me besabas te volaste la cabeza
Salpicaste todo
Estoy llorando como un nene con la cola paspada.
Querías morir feliz, y fuiste un poco egoísta.
Pero el amor es algo de eso. Yo contento, en el fondo.

Se que estas feliz, y ese era mi plan.

Los policías no entienden mi sonrisa
You make smile
Here there blood

Tal vez les diga que yo te maté.

mart cal abre se

lunes

Dormir, las voces me cuentan secretos imprevistos










I

Mariscal del sueño.
Muérdeme los labios y comúlgame
con el tiempo resuelto de lo que viene
y aprende a quedarse.

II

Muéstrame tus ojos reina de la noche.
Sé hazaña de esta luna tuerta que me mira.
Sé araña, bicho de cabezas ciegas que me buscan.
Reina, coróname con tus fuegos de antaño
y libérame.

III
He rozado horas huecas.
Horas en las que un hombre, con la velocidad de un tren, me ha quitado la última respuesta.

domingo

embarazo

Dijo tener estrías en el alma.
No comprendí. Luego, solo después de una inmensa soledad,
la entendí.

Son marcas de cuando la piel se estira
y crece, y luego se contrae, disminuye.
Como en el posparto, como al adelgazar.

Ella me amó mucho,
desmesuradamente, precipitadamente.
Y la desencanté, la harté.
Y su amor se hizo chiquito como un potus enano.

Le quedaron estrías en el alma.
Y a mi la sensación de haberla desperdiciado.

mar ezeq calab

sábado

Arbol de fuego 1: CÓMO CONSTRUIR TU NAVE

No controles tu poder
ya no hay marcha atras
no hay quien te pueda vencer.
Y tu fuerza volvera
a renacer, luz de estrellas
para vos.

Todo tu poder
en sus manos.

Llevas en tu nave cosas que vienen de un tiempo
que esta por llegar
y zurcas el espacio
exterior.

Todo tu poder
en sus manos.

Sueña con el sueño
con el viaje de la noche de los tiempos
y la máquina de Dios.