jueves

(C3H6OS)

Si intentas ser lo que el otro cree
resultas sometida a esa mirada
-piensa Leticia mientras con los dedos
pela una cebolla. Entre la sensatez y la locura
no hay respiración ni línea divisoria.
Todo es cuestión de tiempo -le dice-
persistir hasta ubicar el centro.
Capa por capa la desviste.
El cuerpo se eriza a lo evidente
pero mantiene el secreto.
La locura no es letal. Sólo unas lágrimas
mientras va camino a descubrir
el corazón de lo perfecto.
La embelesa su arquitectura que deshoja
y mira, a la cebolla, igual que a un rostro.
Hazaña de reconocimiento hacia el vacío
la tarea implica, casi, lograr
el punto justo. Adivina el espacio
donde en armonía se instala el pensamiento
escurridizo; gelatina la piel que al desvestir
incita a un llanto inconsolable y seda.
Intuición de saber: tras cada lienzo subsiste nada.


Disculpen la demora -advierte a las que
esperan en la bolsa de nylon. La operación
es muy profunda y ella es única: una cebolla
única no puede desperdiciarse en rodajas.
Mejor sin lágrimas
pues si el que encendió el fuego llegara ahora
pensaría que he roto el equilibrio;
sus ojos con búsqueda total
devanarán los ángulos, las alacenas.
Pero hay orden: la comida hierve
puntualmente en la marmita,
le dará ilusoria certeza
de haber tenido todo el día,
incluso mis pensamientos, bajo su mirada.

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